Letras Desnudas / Mario Caballero
*** El Ladrón de San Lázaro
El 31 de mayo de 2016, el poeta Javier Sicilia pensó que el mejor lugar para presentar su libro “El movimiento por la paz con justicia y dignidad” eran las fosas comunes de Tetelcingo, Morelos, ubicadas en una meseta a las afueras de Cuautla donde se halla un pequeño cementerio.
Las personas que acudieron al evento contaron que a medio kilómetro del lugar lograba respirarse un olor fétido, penetrante y acre, muy diferente al que solemos asociar con la materia que se pudre y se fermenta: era el tufo de la negra pimienta de la muerte.
Para muchos así huele la corrupción en México y así los gobernantes corruptos. Ese es el olor que despide Miguel Prado de los Santos, alias El Sirenito, que disfrutando de sus vacaciones de Semana Santa les aseguró a sus amigos que nada ni nadie impedirá su ascenso en la política. Como dijo Umberto Eco: El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu.
Miguel Prado no es político, sino un vividor de la política. Nació en Tonalá, municipio de la costa de Chiapas, donde él cuenta que creció en el seno de una familia dedicada al comercio, la ganadería y la pesca. Igual que cualquier familia de clase media. Sin embargo, sus paisanos que bien lo conocen, lo desmienten. Afirman que Prado creció en una casa pobre y que de niño tenía la costumbre de salir a la calle y pedir cinco monedas de a peso para comprarse algo de comer.
La primaria la cursó en la escuela Tiburcio Herrera, en su tierra natal. Pero cuando él era todavía un adolescente sus padres abandonaron sus raíces para buscar mayores oportunidades de vida en Tuxtla Gutiérrez. Entonces estudió en la Universidad Valle de México, graduándose en áreas administrativas, pero con calificaciones que revelan que fue un estudiante mediocre.
¿Cómo fue que siendo pobre tuvo una carrera universitaria en una escuela privada? Sencillo, se cuenta que durante esa etapa Prado de los Santos sostenía sus estudios dedicándose a la venta de autopartes, como tapones, rines, retrovisores, alerones, estéreos, bocinas y amplificadores, que obtenía robando.
En 2008 se afilió al PVEM. Una de sus primeras encomiendas fue la representación del partido ante el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana, puesto que desempeñó durante las elecciones de 2012. Luego fue nombrado titular de la Dirección General del Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos (ICHEJA), antes IEA. Ahí comenzó su carrera política bajo el padrinazgo del exgobernador Manuel Velasco Coello.
EL HEDOR
Miguel Prado tomó protesta el 14 de enero de 2013, y se comprometió a trabajar por el bienestar de los chiapanecos con transparencia y honestidad. Además de cumplir y hacer cumplir los mandatos de la Constitución y las leyes que de ella emanan. No obstante, la situación fue muy distinta a la que prometió.
Prado nunca elaboró programas ni estrategias para abatir el analfabetismo en la entidad. Tampoco hizo nada para combatir el rezago educativo ni apoyar las diferentes acciones del instituto a fin de garantizar que todos los chiapanecos tuvieran acceso a la educación. Nunca desarrolló un trabajo sustentado en el “alto compromiso social”.
Por el contrario, fue acusado de corrupción, acoso sexual, acoso laboral y de vender las plazas entre 120 y 150 mil pesos. Los trabajadores del organismo revelaron que Prado desviaba dinero del presupuesto para invertirlo en sus proyectos personales, en especial los que provenían de la federación. Y lo hizo incluso cuando ya no estaba en el cargo. Se presume que de esa dependencia obtuvo los recursos para financiar su campaña política que lo llevó a ganar una diputación en el Congreso del Estado en 2015.
El día que tomó posesión en el Icheja le dio su palabra a la plantilla laboral de mejorar los sueldos y las prestaciones. No cumplió. Una vez en el poder, hostigó, retuvo salarios a quienes consideraba un estorbo y hasta despidió gente valiosa para incluir en los mejores puestos a sus amigos y familiares. Por ejemplo, José Bersaín Salas Culebro, quien fue regidor y uno de los mayores beneficiarios de la rapiña de la administración de Yassir Vázquez Hernández, lo colocó en una Coordinación Regional donde antes una trabajadora con quince años de antigüedad venía realizando un trabajo destacable.
Por si fuera poco, se rumora que a muchos de los que despidió no les pagó la indemnización que les correspondía por ley. Los dejó, literalmente, en la calle. Y mientras a gran parte de los empleados no les pagaba sus sueldos, Miguel Prado se daba el lujo de tener dos turnos de asesores, unos en la mañana y otros por la tarde. Hasta su chofer cobraba un salario por arriba de los 15 mil pesos mensuales.
Por todos los desfalcos que hizo Miguel Prado, dicha dependencia terminó en la ruina, sin operatividad y hasta la fecha hay empleados que siguen sin cobrar las remuneraciones que les corresponde.
Por tanto, en 2016 hubo una serie de paros laborales en las diferentes sedes estatales en los que los manifestantes solicitaron auditorías a la gestión del protegido de Velasco Coello.
Es importante mencionar (para dejar en claro su paso de pobre a rico) que antes de ser director del Icheja rentaba un cuarto en el Fraccionamiento La Salle. Hoy, en Tonalá, tiene un rancho valuado en varios millones de pesos entre otras suntuosas propiedades que están ubicadas en distintos municipios del estado.
En 2015, Miguel Prado obtuvo la candidatura a la diputación local por el distrito XV con sede en Tonalá, respaldado por el PRI, PVEM, Chiapas Unido y Nueva Alianza, pero violando las leyes electorales y el Código de Elecciones y Participación Ciudadana, ya que no presentó su renuncia al Icheja de acuerdo con los tiempos establecidos por las leyes. Aun así, en octubre de 2015, tomó protesta en la 66 Legislatura y fue nombrado presidente de la Comisión de Desarrollo Pecuario.
El 1 de abril de 2016, Miguel Prado fue nombrado delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) en Chiapas. Pero luego de varios meses en el puesto, fue desplazado porque al entonces secretario Luis Miranda Nava no le gustó la desorganización en el organismo, el despido injustificado de trabajadores, el acoso laboral y sexual, los malos manejo de los programas y con fines electorales, el opaco ejercicio de los recursos y el desvío de dinero que puede rebasar los tres mil millones de pesos.
En su momento, el Diario de Chiapas documentó diversas irregularidades durante la gestión de Prado de los Santos en la Delegación de Sedesol, con desfalcos por el orden de 6 millones 885 mil 443 pesos en proyectos, así como desvíos de recursos federales a través de clubes de migrantes ficticios.
Aparte, en el programa 3X1 Migrantes no se comprobaron en auditorías 700 mil pesos pertenecientes al proyecto para la producción de huerto de limón persa en Rivera Las Flechas. También, está señalado de un desvío de 482 mil pesos mediante un proyecto simulado de producción y comercialización de estevia.
Por órdenes suyas las beneficiarias del programa “Prospera” eran obligadas a comprar cada mes una bolsa de suplemento alimenticio con valor de veinte pesos. Y de ese dinero obtenido no se reportó nada.
También, cuentan que entregaba los apoyos fuera de tiempo y recortados. Que de los 2 mil 800 pesos que les correspondía sólo les pagaban 800, lo que equivale a una retención superior a un millón cuatrocientos mil pesos.
LA EXIGENCIA
En China los corruptos son castigados con la decapitación, pero no se le exige tanto a este nuevo régimen que tiene como banderas el combate a la corrupción y la impunidad.
En este momento, Miguel Prado es diputado federal de Morena por el distrito 7, con sede en Tonalá. Y ni siquiera hizo campaña política. Mientras sus contrincantes recorrían las rancherías, los poblados y las colonias, con tal de ganar la confianza de los electores, Prado se la pasó embrutecido de alcohol en las playas de Puerto Arista. Ganó la curul por el efecto López Obrador.
Lo que los chiapanecos exigen es justicia, cárcel para Miguel Prado, quien cada vez que se emborracha le da por pasearse desnudo por los pasillos de los moteles. Su sospechosa y monumental riqueza es motivo suficiente para girar investigaciones y solicitar su desafuero. No hay que desestimar que, en estos tiempos de incertidumbre, enviar a prisión a Miguel Prado significaría una impresionante lección de gobernanza. ¡Chao!
yomariocaballero@gmail.com

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